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lunes, 16 de junio de 2014

Carta a mi hijo Néstor Junior




Amado hijo:
Te escribo estas líneas para saludarte, rogándole a Dios que siempre te conserve sano. Hoy me pongo a pensar en el tiempo transcurrido. ¡Cómo han pasado los años!, ¿verdad?. Parece que fue ayer que me colmé de alegría cuando te vi nacer, y ya transcurrieron quince años de aquel dichoso momento. Eres ya todo un hombrecito adolescente aún, con todo un mundo por delante.
 
Pero debes saber que la adolescencia es la etapa más hermosa de la vida. Tu cuerpo cambia, tus actitudes cambian, tu mente cambia, tu manera de pensar y de ver las cosas cambian todos los días. Y ello me obliga a recordarte que tienes que ser responsable en todos tus actos, para que el mañana te encuentre preparado y te conviertas en hombre de bien, como profesional al servicio de tu país.
Quiero, por sobre todo, que aprendas a decidir por ti mismo y a aceptar responsabilidad por tus acciones, para que nunca te lamentes de haber permitido que otros forjaran tu destino, para que nunca mires hacia atrás con nostalgia por lo que pudo haber sido, sino que siempre te sientas plenamente satisfecho por lo que fue.
Yo alabaré tus triunfos y sufriré contigo tus desventuras. Seré cómplice de tus logros y tus fracasos y en lo bueno y en lo malo seré incondicional contigo.
No prometo, hijo, heredarte mi experiencia. No podría ser tuya. Tendrías que adquirirla en carne propia. Pero prometo estar disponible cuando solicites mi consejo.
No prometo, hijo, solucionar tus problemas, aunque lo haría todo por ti. La solución suele estar en tus manos y no en las mías, pero prometo ayudarte en lo posible y escucharte cuando quieras desahogarte.
No prometo, hijo, evitarte sufrimientos, no puedo cegarte a la realidad, porque a veces sufrir es necesario para aprender a ser fuerte, pero prometo ofrecerte mi hombro, cuando necesites consuelo.
No prometo, hijo, darte todo lo que quieras. En todo caso es mejor que aprendas que dar los caprichos y las modas no son importantes pues se olvidan en cuanto se consiguen, pero prometo hacer el mayor esfuerzo para darte lo necesario.
No prometo, hijo, caerte bien en todo momento, a veces no te gustará lo que yo diga o haga, porque tengo la obligación de guiarte por el camino correcto. Pero prometo no maltratarte ni humillarte cuando te corrija.
No prometo, hijo, estar a tu lado siempre, soy mortal como cualquier humano. Pero prometo enseñarte que si existe un Padre que si es eterno a quien podrás acudir siempre que quieras.
No prometo, hijo, ser un padre perfecto, pero prometo poner todo mi amor en el intento. 
El día que esté viejo y ya no sea el mismo, ten paciencia y compréndeme y cuando derrame comida sobre mi camisa y olvide como atarme mis zapatos, tenme paciencia. Recuerda las horas que pasé enseñándote a hacer las mismas cosas.
Si cuando converses conmigo y repito y repito las mismas palabras y sabes de sobra como termina, no me interrumpas y escúchame.  Cuando eras pequeño para que te durmieras, tuve que contarte miles de veces el mismo cuento hasta que cerrabas los ojitos.
Cuando me veas inútil e ignorante frente a todas las cosas tecnológicas que ya no podré entender, te suplico que me des todo el tiempo que sea necesario para no lastimarme con tu sonrisa burlona.
Acuérdate que fui yo quien te enseño tantas cosas.   Comer, vestirte y como enfrentar la vida tan bien como lo haces, son producto de mi esfuerzo y perseverancia.
Cuando en algún momento, mientras conversamos, me llegue a olvidar de que estamos hablando, dame todo el tiempo que sea necesario hasta que yo recuerde, y si no puedo hacerlo no te impacientes; tal vez no era importante lo que hablaba y lo único que quería era estar contigo y que me escucharas en ese momento.
Cuando mis piernas fallen por estar cansadas para andar.........dame tu mano tierna para apoyarme como lo hice yo cuando comenzaste a caminar con tus débiles piernitas.
Siempre quise lo mejor para ti y he preparado los caminos que has debido recorrer.
Si Dios me escucha y te permite vivir muchos años, algún día sabrás que los padres no somos perfectos, pero sobre todo, ojalá te des cuenta de que, pese a todos mis errores...,
¡Te amo más que a mi vida!
Atentamente
Tu Papá

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