La profecía de hace tantos años de Albert Einstein se ha
cumplido de forma desdichada.
"Temo el día en que la tecnología sobrepase nuestra
humanidad, el mundo solo tendrá una generación de idiotas.”
El mayor genio de la física que nos ha dado el siglo XX
acertó en su predicción y, desdichadamente, ahora estamos sufriendo las
consecuencias de aquella profecía que, como veremos en las
imágenes que
adjuntamos, la desdicha, para la actual generación está servida y, lo que es
peor, avanzamos hacia el precipicio de forma incontrolada.
Ciertamente, si hubiésemos sido capaces de utilizar la
tecnología, todos sus avances, con la mesura que corresponde, sin duda,
hubiésemos sido felices. Nadie podrá discutir la maravillosa utilidad del
teléfono móvil para el trabajo; para todos los menesteres si se me apura. Pero
lo que nadie podríamos sospechar, menos Einstein, sería que ese mismo teléfono
que en su día tanto no ilusionó, sea ahora el arma arrojadiza que destroza a la
humanidad y, sin duda, a la juventud.
Como digo, mostramos las fotos de lo que pueda suponer la
hecatombe que está sufriendo la juventud actual, pero no son necesarias; creo
que todos hemos sido testigos de dichas secuencias entre los jóvenes. No
hablan, no hay diálogo, no disfrutan, no miran, no sienten, no controlan, no
escuchan, no se dan cuenta que un pequeño aparato les ha robado la libertad y
les ha convertido en autómatas, esclavos y, como decía Einstein, en unos auténticos
idiotas.
Dicen que con esos teléfonos móviles de ahora se pueden
hacer maravillas; no lo dudo, pero yo si digo lo que veo y, lo que mis ojos
ven no es otra cosa que una generación perdida con un aparatito entre las
manos que les ha robado su libertad, como digo, su poder de decisión, el
diálogo de unos con los otros; todo atisbo de raciocinio ha quedado perdido
en las redes de la red, es decir, entre los teléfonos móviles.
Pensábamos, en un momento, que pudieran ser los
ordenadores los causantes de todo el daño que está ahora sufriendo la
sociedad; y en verdad así sucede porque, dichos teléfonos, en el fondo y en
la forma no son otra cosa que diminutos ordenadores que han trastornado a la
juventud actual y, para ellos, no existe más mundo que su teléfono móvil; y
la cosa pinta fea porque, chicos con doce años, ya son dueños y señores de
dicha desgracia con su aparato entre sus manos.
Toda tecnología, bien utilizada, puede ser maravillosa.
¿Acaso el correo electrónico no es un invento fantástico? Y todas las ramas
de Internet, en su justa medida, dan grandeza y empaque a la sociedad en que
vivimos, pero si esa tecnología nos desborda y nos impide conversar, amar,
reír, llorar, sentir, pensar, analizar y, en definitiva, sentirnos esclavos
de dicho teléfono, sin duda, Einstein lo dijo, estamos ante la generación de
los idiotas. Que Dios nos coja confesados.
Y lo peor de todo es que, dicha tecnología, avanza como un
caballo desbocado y, cualquier jovencito, sin su teléfono macabro, se siente
un desdichado; en realidad, si son desdichados porque no han sabido
comprender que, más allá de la tecnología está el amor, la vida, la
humanidad, la solidaridad, la paz y la concordia. ¿Quién puede parar este
torrente de locura que avanza hacia el precipicio como un rio caudaloso en
plena tormenta? Desdichadamente, me temo que nadie; hemos llegado tarde.
La técnica nos desbordó; cuando pensábamos que la misma nos ayudaría, en realidad nos aplastó como si de una tremenda losa de mármol hubiera caído sobre nuestras sienes. ¿Qué será de nosotros, precisamente de esa juventud aludida que saben manejar con destreza sus teléfonos móviles, pero que nadie sabe escribir? El futuro se presenta muy negro. Vivir para verlo.
Fuente:http://sanidademocionyvida.blogspot.com/2013/04/la-generacion-de-los-idiotas.HTML
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